1987
A finales de los ochenta, en general la investigación genealógica era una actividad solitaria y muy difícil. Por muchos años quisimos tener algún tipo de organización en la cual nos pudiéramos reunir los amigos de la genealogía a intercambiar experiencias, dudas, conocimientos, dificultades, novedades del tema de nuestro interés. En un par de oportunidades se quiso plasmar ese grupo, nos poníamos cita en Usaquén. En ese momento todavía nuestra bibliografía se quedaba en pocas obras que se encontraban en las librerías y las que no, era un golpe de suerte verlas en las ventas de segunda. Pero para dicha de los enamorados de la Genealogía, fueron apareciendo una y otra de más.
1990
El Instituto Colombiano de Cultura Hispánica, dirigido por William Jaramillo Mejía, se convirtió para los genealogistas el sitio donde se encontraba la mejor colección. Allí por iniciativa de William y Luis Álvaro Gallo se fue haciendo un censo de genealogistas en Colombia, donde quienes pasábamos por la librería del Instituto dejábamos nuestros datos. Ahí nos dimos cuenta que no estábamos tan solos, y teníamos más posibilidad de interconectarnos, de buscar información o de ayudarnos. Pero en 1998 en el gobierno de Andrés Pastrana, se decidió cambiarlo y para los genealogistas desapareció la única entidad estatal que nos venía apoyando
2000
Luis Álvaro nos comenzó a invitar a reuniones en La Casa de Antioquia, llegábamos cada mes a estas citas, alrededor de diez personas. Luis Álvaro contactaba al autor de algún libro o documento o ejercicio de genealogía que venía desarrollando, y asistía a exponernos cómo desarrolló su trabajo, entre otros temas de genealogía. Empezó la producción genealógica en Colombia amplia y abundante con información de casi todas las regiones, así mismo apareció el internet, de tal forma que la investigación genealógica cambió radicalmente.
2006
En el ejercicio de conformar un grupo que solidificara más las tertulias mensuales en la Casa de Antioquia, surgió la palabra “Academia”. Estudiando y madurado el término, llegamos a la conclusión que en realidad esa era la meta a la que queríamos llegar y no existía para eso ningún impedimento legal, podíamos desde el inicio llamarnos “Academia” y todos reconocíamos que inicialmente el nombre nos podía quedar algo grande, pero asumimos que a esa meta podíamos llegar. Luis Álvaro, sería el Presidente en forma incuestionable de la próxima Academia.
2008
El inicio oficial se hizo el jueves 26 de Junio de 2008, en la Casa de Antioquia. El 19 de Marzo de 2010 se legalizó su fundación y funcionamiento con el registro en la Cámara de Comercio de Bogotá, con el cumplimiento de las normas legales, elaboración y aprobación de un Estatuto, NIT, apertura de cuenta bancaria y demás aspectos. Se continuó con las reuniones en la Casa de Antioquia por otro año más, siempre bien acogidos y atendidos. Por insinuación y gestiones del académico Jairo Echeverri Cancino, miembro de la Casa Centro Vasco de Bogotá, la Academia se trasladó a la sede de esa institución, porque ofrecieron apoyo y respaldo institucional.
2011
Se realiza la Reunión de Genealogía en septiembre de 2011, con importantes conferencias dictadas, casi en su totalidad por personas externas a la Academia, certamen de la cual nos quedó la satisfacción de una realización exitosa. En noviembre de 2014 publicamos nuestra Revista Ancestros de 280 páginas con un excelente contenido.
2017
Pero el punto de maduración y el salto a la trascendencia de nuestra Academia se sucedió en octubre de 2017, cuando pudimos cumplir con lujo, el compromiso de realizar la XX Reunión Americana de Genealogía, donde el esfuerzo del equipo que tuvo la responsabilidad de la preparación y desarrollo, bajo la dirección de Rocío Sánchez del Real.
2018
Una nueva junta directiva es creada en Marzo del año 2018, conformada por 4 miembros nuevos y en la que es nombrado como nuevo presidente el Sr. Julio César García. Luis Álvaro Gallo renuncia a su cargo, pero es nombrado Presidente Honorario en Agosto del mismo año.
LOS GENEALOGISTAS
“De la Academia impresiona la consagración, compromiso, devoción, dedicación, disciplina y conocimiento que tienen los genealogistas de esta disciplina. Maravillosos y extraordinarios trabajadores de esta subespecialidad de la historia. Los estudios que hacen de apellidos son de una rigurosidad admirable. Para realizarlos le dedican años de trabajo, gastan un dineral de su peculio, nadie los patrocina, viajan por diferentes municipios y pueblos del país, pasan meses enteros metidos en las parroquias revisando partidas de bautismo y matrimonio, también en las oficinas de registro civil y en las bibliotecas. Además gastan más plata y tiempo en llamadas telefónicas, Internet, Skype, Twitter, Facebook, en cualquier medio que les sea posible. Finalmente, los libros que producen son voluminosos, bellamente editados, pulcros, incitantes de leer. Algunos elaboran unos “genogramas” que son extraordinarios”.
